El ciclo comenzó con retrasos por los conflictos laborales entre las cámaras empresarias y los gremios marítimos. Las empresas insistieron en reducir los costos salariales como condición para largar la zafra, mientras los trabajadores defendían el derecho a conservar los convenios que históricamente garantizaron una distribución más justa de la riqueza generada por el recurso.
Recién a mediados de agosto la mayoría de los buques pudo salir al mar, luego de semanas de negociaciones tensas. En total, se descargaron unas 82.000 toneladas de langostino en aguas de jurisdicción nacional, según datos oficiales, con picos de rendimiento en agosto y septiembre.
Sin embargo, detrás de esas cifras, el esfuerzo humano fue el mismo, pero el ingreso real de los tripulantes cayó fuertemente.
El acuerdo alcanzado entre cámaras y gremios incluyó la figura de un 70 % del salario como monto no remunerativo, lo que significó un fuerte recorte en aportes, aguinaldos y jubilaciones, además de un descuento adicional del 9 % sobre el recibo.
Desde los sindicatos sostienen que la medida, presentada como una “salida coyuntural” para destrabar la actividad, en realidad instaló un precedente peligroso: trasladar el peso del ajuste directamente al bolsillo de los trabajadores, mientras las empresas mantenían ventajas impositivas y retenciones congeladas.
“No es justo que siempre se mire al marinero cuando se habla de costos. Los trabajadores no somos la variable de ajuste. Lo que hace falta es revisar el esquema tributario, los costos logísticos y el tipo de cambio, no tocar los derechos laborales”, expresó un delegado del SOMU en declaraciones recientes.
n lo económico, la zafra 2025 se desarrolló con precios internacionales inestables. El langostino argentino llegó a cotizar entre USD 8 y USD 9,25 por kilo,Esta suba se tradujo en mayores ingresos para la industria exportadora
Quedo en evidencIa que el problema de fondo no es salarial, sino estructural: falta planificación, diversificación de mercados y apoyo estatal para sostener el valor agregado nacional.
Aun así, los trabajadores salieron al mar, cumplieron con las metas de captura y mantuvieron viva la principal fuente de divisas del sector pesquero argentino, mientras las cámaras empresarias reclamaban más flexibilización laboral y menos cargas sociales.
El esfuerzo de los marineros, fileteros, estibadores y trabajadores de planta volvió a ser determinante para sostener la producción, aun en condiciones adversas. Muchos tripulantes trabajaron solo dos meses efectivos de campaña, sin certezas sobre cómo afrontar los meses de inactividad que se vienen.
“Cuando los precios suben, las ganancias quedan arriba; cuando bajan, las pérdidas se trasladan abajo. Ese modelo es el que hay que discutir”, señalaron fuentes sindicales.
Desde las organizaciones de base reclaman una mesa nacional de trabajo pesquero que permita acordar políticas de largo plazo:
Defender el empleo y los convenios colectivos vigentes.
Garantizar una distribución equitativa de la renta pesquera.
Promover una ley de estabilidad laboral para las tripulaciones.
Incentivar la producción nacional con valor agregado y menos precarización. ( fuente: deproa.com.ar)